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El Segundo Sexo Simone de Beauvoir

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EL SEGUNDO SEXO no sólo ha nutrido a todo el feminismo de la segunda mitad del siglo XX, sino que es el ensayo feminista más importante de esta centuria. Todo lo que se ha escrito después en el campo de la teoría feminista ha tenido que contar con esta obra, bien para continuarla en sus planteamientos y seguir desarrollándolos, bien para criticarlos oponiéndose a ellos.
El SEGUNDO SEXO, obra de una filósofa existencialista, se encuadra en el ámbito más amplio de un pensamiento que toma de la Ilustración precisamente sus aspectos positivos y emancipatorios; ante todo, una concepción igualitaria de los seres humanos, según la cual la diferencia de sexos no altera su radical igualdad de condición. Al mismo tiempo, es un ensayo filosófico que analiza el hecho de la condición femenina en las sociedades occidentales desde múltiples puntos de vista: el científico, el histórico, el psicológico, el sociológico, el ontológico y el cultural.
Se trata de un estudio totalizador donde se investiga el porqué de la situación en que se encuentra esa mitad de la humanidad que son las mujeres.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo. Zaragoza. Psicoterapeuta. Zona Centro
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Marsha Linehan y su enfermedad mental

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Una experta en enfermedades mentales revela su lucha personal

marshaEn el 2011, Benedict Carey, del New York Times realizó una entrevista a Marsha Linehan, en la cual ella contaba su propio camino con trastorno límite de la personalidad (en inglés aquí).
La publicación de esa entrevista fue un pequeño revuelo: no es algo muy frecuente que una autora e investigadora respetada cuente que solía golpearse la cabeza contra el piso. Buscando material sobre la entrevista me encontré con una traducción hecha en el blog “Al cuidado del alma“, así que corregimos la traducción, adaptamos el formato, y la compartimos aquí para ustedes.
***
– ¿Eres una de nosotros?
La paciente, quería saberlo, y su terapeuta —Marsha M. Linehan de la University of Washington y creadora de un tratamiento usado alrededor del mundo para personas con graves tendencias suicidas— ya tenía una respuesta preparada. Era la misma que siempre usaba para interrumpir la breve pregunta, ya fuese que el paciente lo expresara lleno de esperanza, de manera acusadora o hábilmente tras haber visto el macramé de borrosas quemaduras, cortes y ronchas en sus brazos.
“¿Quieres decir, si he sufrido?”
“No, Marsha, quiero decir si eres una de nosotros; tal como nosotros. Porque si lo fuiste, eso nos daría mucha esperanza a todos” respondió la paciente en un encuentro durante la última primavera.
“Eso fue lo que me decidió” dijo la Dra. Linehan, de 68 años, quien contó su historia en público por primera vez la semana pasada ante una audiencia de amigos, familiares y médicos en el Institute of Living, de la clínica Hartford, lugar en donde fue tratada por su extrema retracción social cuando tenía 17 años. “Fue mucha gente la que me pidió que lo trajera a la luz y pensé: Bueno, tengo que hacerlo. Se los debo. No puedo morir como una cobarde”.
Nadie sabe cuánta gente con graves enfermedades mentales llevan vidas en apariencia normales y prósperas, debido a que esas personas no tienen la costumbre de anunciarse como tales. Están demasiado ocupadas haciendo malabares con sus responsabilidades, pagando sus cuentas, estudiando y construyendo sus familias, haciendo de todo mientras resisten ráfagas de oscuras emociones o alucinacinoes que podrían abrumar rápidamente a casi cualquiera.
Ahora, un creciente número de tales personas se están arriesgando a exponer sus secretos considerando que ha llegado el momento. Dicen que el sistema de salud mental de la nación es un matadero, que criminaliza a muchos pacientes y deposita a algunos de los más graves en hogares de cuidado y en grupos en donde reciben la atención de trabajadores con mínima formación.
Más aún, el permanente estigma de enfermedad mental le enseña a las personas con este diagnóstico a pensar en sí mismas como víctimas, dejando de lado la única cosa que puede motivarlos a hallar un tratamiento: la esperanza.
“Existe una tremenda necesidad de cortar con los mitos de la enfermedad mental, de ponerles rostro, para así mostrarles a las personas que el diagnóstico no conduce a una vida dolorosa y marginal”, sostiene la Dra. Elyn R. Saks, profesora de la University of Southern California School of Law, quien narra su propia lucha contra la esquizofrenia en The Center Cannot Hold: My Journey Through Madness. “Nosotros, quienes luchamos con estos trastornos, podemos llevar vidas plenas, felices y productivas si tenemos los recursos adecuados.”
Esos recursos incluyen medicación (normalmente), terapia (con frecuencia), una cierta dosis de buena suerte (siempre) y por sobre todo- la fuerza interior para dominar o hasta expulsar los propios demonios. Y, según lo dicen estos pacientes, aquella fuerza puede provenir de diversos lugares: del amor, del perdón, de la fe en Dios o de una amistad de toda la vida.
Pero el caso de la Dra. Linehan muestra que no existe una receta determinada. Ella se vio inmersa en una misión de rescate de personas que tienen una tendencia suicida de carácter crónico, con frecuencia como resultado de un trastorno de personalidad borderline, una enigmática condición caracterizada parcialmente por necesidades autodestructivas.
“Sinceramente, en ese entonces no comprendía que estaba tratando conmigo misma. Pero supongo que es verdad que logré desarrollar una terapia que me proveyó de las cosas que necesité durante muchos años; y no las olvidé”, sostiene.

“Estaba en el infierno”

Linehan aprendió sobre la principal tragedia de su grave enfermedad mental de la manera más dura: golpeando su cabeza contra la pared de un cuarto de aislamiento.
Marsha Linehan llegó al Institute of Living el 09 de marzo de 1961, a la edad de 17 años, y rápidamente se convirtió en la única ocupante del cuarto de reclusión de la unidad conocida como Thompson Two, destinada a los pacientes más severamente afectados. El equipo no tuvo alternativa, la chica normalmente se agredía a sí misma quemándose las muñecas con cigarrillos, tajándose los brazos, las piernas y el vientre, valiéndose de cualquier objeto cortante que pudiera tomar.
El cuarto de aislamiento era una pequeña celda con una cama, una silla y una diminuta ventana enrejada. Pero el estar allí sólo profundizó su necesidad de morir, y Marsha se dedicó a hacer lo único que para ella tenía sentido en ese entonces: golpear su cabeza contra la pared y, posteriormente, contra el piso. Con fuerza.
“Mi experiencia en tales episodios era como si alguien más me lo estuviera haciendo. Era como: ‘Sé que está viniendo y no tengo ningún control; que alguien me ayude. Dios mío, dónde estás?’ Me sentía totalmente vacía, me sentía como el Hombre de Hojalata. No tenía manera de comunicar lo que me estaba pasando, no tenía forma de comprenderlo”, expresa.
Su infancia en Tulsa, Oklahoma, proporcionó algunas pistas. Excelente estudiante desde temprano y naturalmente dotada para el piano, era la tercera de seis hijos que tuvieron un petrolero y su esposa, quien era una sobresaliente mujer que hacía malabares con el cuidado de sus niños, la Junior League y los eventos sociales en Tulsa.
La gente que conoció a los Linehan en aquel entonces recuerda que la precoz tercera niña con frecuencia tenía problemas en su hogar,  y la Dra. Linehan recuerda sentirse profundamente inadecuada en comparación con sus atractivos y exitosos hermanos. Pero cualquiera haya sido la corriente de aflicción corriendo bajo la superficie, nadie se percató de ello hasta que quedó postrada a causa de dolores de cabeza durante el último año de la secundaria.
Su hermana menor, Aline Haynes, recuerda “Esto era Tulsa, en los sesenta. No creo que mis padres hayan tenido idea sobre qué hacer con Marsha. En realidad nadie sabía qué enfermedad mental era.”
Prontamente un psiquiatra local recomendó que permaneciese en el Institute of Living hasta dar con el problema de fondo. Allí, los médicos le dieron el diagnóstico de esquizofrenia, le suministraron dosis de torazina, librium y otras drogas muy fuertes, como así también muchas horas de análisis freudiano;  también la sujetaron para realizarle tratamientos de electroshock: 14 veces la primera vez y 16 la segunda, según los registros médicos. Nada cambió, y la paciente pronto volvió a la reclusión del ala cerrada.
“Todos estaban aterrorizados de acabar allí”, dijo Sebern Fisher, una paciente que llegó a ser amiga íntima de Marsha. Pero sin que importara su entorno, la Sra. Fisher agrega “ella era capaz de cuidar con mucha atención a otra persona. Su pasión era tan profunda como su soledad.”
Un sumario de alta, fechado el 31 de mayo de 1963, consigna que “en 26 meses de hospitalización, la señorita Linehan fue una de las pacientes más perturbadas de la clínica durante gran parte del tiempo.”
Un  verso que la turbada chica escribió en ese entonces dice:
They put me in a four-walled room
But left me really out
My soul was tossed somewhere askew
My limbs were tossed here about
Mientras golpeaba su cabeza en dondequiera que estuviese, la tragedia permanecía. Nadie sabía lo que le sucedía, y por eso el cuidado médico solo lo hizo peor. Cualquier tratamiento verdadero no tendría que haberse basado en la teoría, concluyó posteriormente ella, sino en los hechos: qué emoción precisamente lleva a un pensamiento que conduce luego a un acto siniestro Se tendría que quebrar esa cadena y enseñar una nueva conducta.
“Estaba en el infierno. E hice una promesa: cuando salga, regresaré y sacaré a otros de aquí”, afirma.

Aceptación radical

La Dra. Linehan sintió el poder de otro principio mientras estaba en una pequeña capilla en Chicago.
Corría 1967, varios años después de que dejara el instituto siendo una joven veinteañera a quien los médicos le dieron pocas oportunidades de supervivencia fuera del hospital. Y apenas logró sobrevivir: tuvo un intento de suicidio estando en Tulsa, cuando llegó a su casa; y otro episodio cuando posteriormente se mudó al YMCA, en Chicago, para un nuevo comienzo.
Linehan tuvo que ser hospitalizada otra vez y salió confundida, sola y más comprometida que nunca con su fe católica. Se mudó a otro YMCA, encontró trabajo como empleada en una compañía aseguradora y comenzó a tomar clases nocturnas en la Loyola University —y a rezar con frecuencia en una capilla en el Cenacle Retreat Center.
“Cierta noche estaba allí, arrodillada, mirando la cruz, y de pronto todo el lugar se volvió dorado y sentí que algo venía hacia mí. Fue una brillante experiencia. Luego tan solo regresé corriendo a mi habitación y me dije: Me amo a mí misma. Esa fue la primera vez que recuerdo haberme hablado en primera persona. Me sentí transformada”, afirma.
Aquella mejoría duró alrededor de un año, antes de que los sentimientos de devastación regresaran bajo la forma de un romance que finalmente terminó. Pero algo era diferente. Ahora podía superar sus tormentas emocionales sin cortarse o dañarse a sí misma.
¿Qué había cambiado?
Le tomó años de estudio en psicología — obtuvo su doctorado en Loyola en 1971 — antes de encontrar una respuesta. A primera vista parecía obvio: se había aceptado a sí misma tal como era. Había intentado matarse muchas veces debido a que la brecha entre la persona que quería ser y la persona que era la dejaba desesperanzada, profundamente nostálgica por una vida que nunca conocería. Esa brecha era real e insalvable.
Aquella idea básica —aceptación radical, la llama ahora— gradualmente fue más importante a medida que empezó a trabajar con sus pacientes, al principio en una clínica de suicidas en Buffalo y luego como investigadora. Sí, el verdadero cambio era posible. La emergente disciplina del conductismo enseñaba que la gente podía aprender nuevas conductas —y que actuar de manera diferente puede, en el trascurso del tiempo, modificar las emociones subyacentes.
Sin embargo, las personas con una grave tendencia suicida han intentado cambiar millones de veces y han fracasado, por lo que la única vía para llegar a ellas era reconocer que su conducta tenía sentido: los pensamientos relacionados con la muerte eran una dulce liberación si se consideraba lo que estaban sufriendo.
“Era muy creativa con las personas. Noté eso de inmediato”, dice Gerald C. Davidson, quien en 1972 admitió a la Dra. Linehan en un programa de doctorado en terapia conductista en la Stony Brook University (en la actualidad, Davidson es psicólogo de la University of Southern California). Ella podía sacar a las personas de su centro; lo hacía desafiándolas con temas que no podían escuchar sin que se sintiesen menospreciadas, asegura.
Ningún terapeuta podría prometer una rápida transformación o un súbito insight de parte del paciente, y mucho menos una deslumbrante visión religiosa. Pero ahora la Dra. Linehan se encontraba acercando dos principios aparentemente opuestos que conformarían la base de su tratamiento: la aceptación de la vida tal como es —no como se supondría que fuera— y la necesidad de cambiar, a pesar de esa realidad y a causa de ella. La única manera de tener certeza de que se trataba de algo más que de una teoría era probarla científicamente, en el mundo real —y nunca existió duda alguna sobre por dónde empezar.

Transitando el día

“Decidí probar con personas supersuicidas, los casos más extremos, porque imaginé que eran las personas más sufrientes del mundo: piensan que son malignos, que son malos, malos, malos. Y yo entendía que no eran así. Comprendía su sufrimiento porque estuve allí, en el infierno, sin ninguna idea de cómo salir”, sostiene.
Eligió, en particular, tratar a personas con el diagnóstico que le habían dado a ella cuando joven: el trastorno límite de la personalidad, una condición pobremente comprendida que se caracteriza por las apego excesivo, estallidos e impulsos autodestructivos que con frecuencia llevan a cortes o quemaduras. Bajo terapia, los pacientes borderline pueden ser aterradores: manipuladores, hostiles, a veces siniestramente mudos y notables frecuentemente por salir del consultorio amenazando con suicidarse.
La Dra. Linehan observó que la tensión de la aceptación al menos podía mantener a las personas dentro de la habitación: los pacientes aceptan quienes eran, aceptan que sienten las ráfagas mentales de ira, vacío y ansiedad de manera mucho más intensa que la mayoría de las personas. Los terapeutas, a su vez, aceptan que dado todo esto, los cortes, quemaduras e intentos de suicidio tienen sentido.
Finalmente, el terapeuta pide al paciente un compromiso por cambiar su conducta; una promesa verbal a cambio de una oportunidad de vivir: “La terapia no funciona con las personas que están muertas”, dice Linehan.
Sin embargo, aún mientras ascendía por la escalera académica, yendo desde la Catholic University of America a la University of Washington en 1977, sabía a partir de su propia experiencia que la aceptación y el cambio difícilmente eran suficientes. Durante aquellos primeros años en Seattle a veces sentía las tendencias suicidas mientras conducía hacia su trabajo; incluso hoy todavía siente ráfagas de pánico, como le sucedió hace poco mientras conducía a través de unos túneles. Recurrió a terapeutas de tanto en tanto a lo largo de los años, en busca de apoyo y de guía (aunque no recuerda haber tomado medicamentos después de dejar el instituto).
El naciente enfoque para el tratamiento de la Dra. Linehan —llamado ahora terapia dialéctica conductual o DBT [dialectical behavior therapy]— tendría que incluir también habilidades para el día a día. Después de todo, un compromiso significa muy poco si las personas no tienen las herramientas para llevarlas a cabo. Así que utilizó algunas herramientas de otras terapias conductuales y agregó más elementos, como la acción opuesta, en la que los pacientes actúan de forma opuesta a la que sienten cuando una emoción es inapropiada; y la meditación mindfulness, una técnica zen por el que las personas se concentran en su respiración y observan sus emociones ir y venir sin ejercer ninguna acción sobre ellas (en la actualidad el mindfulness es de amplio uso en muchos tipos de psicoterapia).
En estudios llevados a cabo durante las décadas del 80 y 90, investigadores de la University of Washington y de otros centros siguieron el progreso de cientos de pacientes límites con alto riesgo de suicidio que asistieron semanalmente a sesiones de terapia dialéctica. En comparación con pacientes similares que acudieron a tratamientos de otros expertos, aquellos que aprendieron el enfoque de la Dra. Linehan realizaron muchos menos intentos de suicidio, llegaron a los hospitales con menor frecuencia y tuvieron muchas más probabilidades de permanecer en tratamiento. En la actualidad DBT es ampliamente utilizada para una gran variedad de pacientes inflexibles, incluyendo delincuentes juveniles, personas con trastornos alimenticios y  adicción a las drogas.
“Creo que la razón por la que DBT se ha extendido tanto se debe a que se dirige a algo que antes no podía tratarse; las persona no sabían qué hacer cuando se trataba de trastorno límite. Pero considero que el motivo por el que DBT ha resonado tanto dentro de la comunidad terapéutica tiene mucho que ver con el carisma de Marsha Linehan, con su habilidad para conectarse tanto con personas en tratamiento como también con la audiencia científica”, afirma Lisa Onken, directora de la filial de tratamiento conductual e integrativo del National Institute of Health.
Quizás lo más destacable sea que la Dra. Linehan ha alcanzado un lugar en el que puede mantenerse de pie y contar su propia historia, sea como sea. “Ahora soy una persona muy feliz”, dijo en una entrevista en su casa cerca al campus, en donde vive con su hija adoptada, Geraldine; y con Nate, el esposo de ésta. “Por supuesto, todavía tengo altas y bajas, pero creo que son como las de cualquiera”, sostiene.
Después de su exposición la semana pasada, visitó el cuarto de reclusión en el que estuvo, que ahora se ha convertido en una pequeña oficina. “Bueno, vean eso, han cambiado las ventanas. Ahora hay mucha más luz”, dijo, levantando sus palmas.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza (Zona Centro)

La salud mental en la encrujizada

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La salud mental en la encrucijada: buscando una nueva psiquiatría para un mundo cada vez más enfermo. Por José Valdecasas



Ponencia de José Valdecasas en las V Jornadas Nogracias
Antes de nada, manifestar mi más sincero agradecimiento a No Gracias y a Abel Novoa por ofrecerme la oportunidad de estar hoy aquí. Para mí, No Gracias marcó un cierto antes y después en mi forma de pensar y practicar la medicina y desde luego es un honor poder formar parte de este movimiento. Como casi siempre, he preparado este trabajo junto a mi compañera Amaia Vispe, por lo que usaré con frecuencia el plural. Vamos a llevar a cabo una cierta crítica de la psiquiatría actual, a partir de un intento de análisis de la relación entre nuestra cultura occidental y dicha psiquiatría, como institución y disciplina.

Nuestra poco original tesis es que existe una suerte de retroalimentación entre la psiquiatría actual, como conjunto de teorías y prácticas, y el sistema sociocultural en que vivimos, y que ambos se influyen mutuamente de manera estrecha.
Cuando nos referimos a la “psiquiatría actual”, hablamos del paradigma “biológico” dominante, que se suele centrar en un enfoque exclusivamente neuroquímico en nuestra opinión demasiado simple para la complejidad que posee el cerebro humano: básicamente, trastornos explicados en base a neurotransmisores cuya cantidad aumenta o disminuye. Junto a este enfoque “biologicista” perduran aún otros que han sido preponderantes en distintos momentos, como por ejemplo el psicoanálisis en las décadas intermedias del siglo XX.

La psiquiatría ya desde dicho momento se fue estableciendo como un elemento más de la cultura popular. Como decía en un episodio de la genial “Mad Men” Roger Sterling a Don Draper, ante el hecho de que las mujeres de ambos estuvieran yendo al psicoanalista: “la psiquiatría es el regalo de estas navidades…”.
Corrían los primeros 60 y ya desde esa época podemos rastrear una cierta característica con la que la psiquiatría llega al espacio sociocultural: la sospecha, el misterio, la búsqueda de lo oculto a simple vista, lo que se encuentra en las profundidades…
Con un estilo a lo Sherlock Holmes (y similar querencia por las drogas), el pensamiento psiquiátrico juega a localizar significados ocultos, neurosis clandestinas, enfermedades sin tratar… Y lo que en esos tiempos ya lejanos del psicoanálisis es más una búsqueda de deseos, perversiones inconfesables o pecados de distinta índole, se va convirtiendo a lo largo de los años 80 y posteriores en una búsqueda esta vez de patologías concretas, en una obsesión enfermiza por analizar cualquier malestar psíquico, emocional o moral en términos de enfermedad, de disfunción somática más o menos teorizada, de tara física a niveles ignotos (pero siempre próximos a ser descubiertos, con una proximidad que varias décadas después no ha llegado a ningún puerto).

El Sherlock Holmespsiquiátrico, encuentra ahora elementalcategorizar la tristeza como depresión, la ansiedad como fobia social, la rareza como autismo, las travesuras como TDAH, la variabilidad emocional como bipolaridad y la condición de ser humano como trastorno de la personalidad, entre otras lindezas…
Esta psiquiatría contribuye a configurar una cultura donde muchos malestares explicables desde el punto de vista social, tales como la precariedad laboral, el paro de larga duración, la falta de vivienda o de los medios mínimos para subsistir con dignidad, la falta de recursos para personas dependientes o la misma soledad, son entendidos y afrontados como problemas individuales subsidiarios de tratamiento farmacológico o psicoterapéutico, sin prestar la debida atención muchas veces a los riesgos en forma de dependencias o efectos secundarios diversos.
Esta problemática es explicada exclusivamente a nivel del individuo: hipótesis nunca demostradas sobre sus excesos o déficits de neurotransmisores, o su biografía en edades tempranas, o su forma de procesar la información del entorno, o sus conductas o su dinámica familiar… Pero siempre sin levantar un ápice la mirada y plantearse (o dejar que la persona se plantee) si su situación social no será la principal causa de su malestar y cómo unas pastillas o una terapia para, en última instancia, resignarse a su destino, no harán otra cosa que impedirle intentar cambiar dicha situación social, a ser posible junto a muchas otras personas dañadas por las mismas circunstancias.
Una psiquiatría tal configura una cultura donde se rehúyen los conceptos de voluntad, responsabilidad o libertad, quedando muchas conductas consideradas problemáticas (adicciones diversas, ludopatía, tal vez incluso el maltrato físico…) como ajenas al control del sujeto, pretendidamente determinadas por sus neurotransmisores, sus conflictos intrapsíquicos o cualquier otro enfoque que deje siempre desatendido el aspecto social y la responsabilidad y el control del sujeto sobre sus propios actos y su propia vida.

Por supuesto, esta psiquiatría no nace hecha ni llega a ser como es y funcionar como funciona sin causa alguna. Hemos señalado el momento aproximado del inicio de este estado de cosas en los años 80 del siglo pasado, en clara relación temporal con la aparición del DSM-III, manual de la Asociación Americana de Psiquiatría que se convirtió en arma de la entonces incipiente psiquiatría biológica. También en estos años surgen los primeros psicofármacos de precios elevados que son propulsados a los primeros puestos en ventas y como iconos culturales, con el ejemplo paradigmático del Prozac. La industria farmacéutica, desde nuestro punto de vista, ha colaborado y sigue haciéndolo de forma clave en provocar y mantener este estado de cosas.

Distintos autores han señalado que este paradigma biológico podría considerarse más apropiadamente como “biocomercial”, dada la extraordinaria influencia que en su instauración y sobre todo mantenimiento tiene la industria farmacéutica, en busca de sus inmensos beneficios y a través de variados mecanismos. Es clara la influencia de la industria en cuanto a que es quien realiza gran parte de la investigación científica, con los más que conocidos efectos en cuanto a sesgos de publicación, manipulación de datos para favorecer determinadas conclusiones o ghostwritting. Se aprecia también esta influencia en lo referente al marketing, ya sea directo sobre los médicos prescriptores, con generosos obsequios y patrocinios para actividades solo muy relativamente científicas, o bien sobre asociaciones de enfermos y familiares, que se convierten en voceros de cada supuesta novedad terapéutica.

De todas maneras, para nada es la industria farmacéutica el único villano de esta historia. Realmente, ni siquiera el principal: la industria tiene como fin la obtención de beneficios económicos, como no podría ser de otra forma en el sistema económico en que vivimos (y que sufrimos). Otra cosa es que, en este afán de lucro, la ética brille por su ausencia. Pero aún más grave que la falta de ética de la industria farmacéutica es la connivencia de muchos profesionales sanitarios con ella.Conflictos de intereses cuya revelación nada soluciona (pues no es otra cosa que confesar el pecado sin el menor propósito de enmienda), de grandes líderes de opinión que salen en revistas científicas o incluso en medios de comunicación de masas anunciando nuevos remedios como si de feriantes se tratara, o incluso tratamientos para condiciones que en absoluto eran enfermedades hasta ese momento, como fue el caso paradigmático de la fobia social.
Conflictos de interés también del profesional de a pie, que a cambio de pequeños obsequios (no obstante, prohibidos por la Ley del Medicamento) en forma de comidas, viajes o libros se deja influir en su prescripción. Y apuntando hacia más arriba, las administraciones sanitarias públicas encargadas de velar por el adecuado funcionamiento del sistema en cuanto a aprobación de nuevos fármacos, estudio y control de los ya aprobados, etc., realizan una negligente dejación de funciones, permitiendo legislaciones que autorizan un fármaco con estudios insuficientes tanto de eficacia como de seguridad, consintiendo manga ancha a los laboratorios farmacéuticos a los que luego van a trabajar (mediante bien engrasadas puertas giratorias) muchos directivos de las mismas agencias públicas que se supone los controlan.

Todo este entramado, conocido y notorio, para nada fruto de ninguna teoría de la conspiración, ha contribuido y contribuye de forma esencial en el cambio sociocultural que venimos señalando: una sociedad donde condiciones y situaciones que antes se consideraban variantes de la normalidad, son conceptualizadas ahora como enfermedades necesitadas de tratamiento, usualmente farmacológico.
Ello provoca una desresponsabilización masiva, no solo sobre el control de las emociones consustanciales a los avatares de la vida, sino también sobre conductas voluntarias, como adicciones diversas, que escapan ya al control del sujeto, según dice el mantra psiquiátrico, y son excusadas por principio. Esta desresponsabilización se convierte en otro factor importante de mantenimiento de esta visión de la psiquiatría en nuestra cultura: podemos refugiarnos en nuestras depresiones para no actuar ante nuestros problemas; podemos exculparnos de educar deficientemente a nuestros hijos, porque su hiperactividad y distracción están en su cerebro; podemos gastarnos el dinero que no tenemos en máquinas tragaperras o casinos, porque sufrimos un déficit del control de los impulsos…
Una psiquiatría así termina por causar un daño terrible: no solo múltiples efectos secundarios causados por los fármacos psiquiátricos, especialmente si son consumidos por períodos prolongados de tiempo, sino también un cambio más global, en el sentido de ir construyendo una sociedad donde nadie es culpable de lo que hace, donde la responsabilidad se diluye en un magma de neurotransmisores, infancias traumáticas, cogniciones desordenadas y otros conceptos más o menos parecidos… Una sociedad donde se considera casi imprescindible tener que acudir a un profesional a por una pastilla o una terapia para superar el duelo por la muerte de un ser querido o el abandono por parte de la persona amada…

Foucault estudió la locura y mostró cómo, mediante ese extraño discurso psiquiátrico, se hace posible un cierto tipo de control de los individuos tanto dentro como fuera de los asilos. El dispositivo psiquiátrico tal y como existe en nuestra sociedad, se ampara en un supuesto saber, una ciencia que no deja de ser un cierto “juego de verdad” mucho más cercano a la subjetividad de las ciencias del espíritu que a la mayor objetividad (tampoco completa) de las ciencias naturales.
La psiquiatría plantea una relación entre psiquiatra y paciente que es básicamente de dos tipos: el paciente es un “loco” sobre el que se ejerce un dominio que pretende controlar su conducta (con el encierro en el asilo clásico o con el tratamiento tranquilizador dispensado en las consultas modernas), o bien el paciente es un “cuerdo” preso de ansiedades y depresiones diversas, sobre el que se ejerce un dominio diferente, buscando su consuelo, su anestesia o su resignación.
Desde nuestro punto de vista, la tecnología de poder clásica de “control del loco” que con tan gran acierto describió Foucault se ha visto en las últimas décadas acompañada de la tecnología de poder de “consuelo del triste y el ansioso”, desviando todo un caudal de malestar social a cauces de tranquilización individuales (ya sea con fármacos o psicoterapias). Desde este punto de vista, se podría considerar que el saber psiquiátrico (y el poder que conlleva) están al servicio de un sistema político y social injusto, desempeñando una función de control y anestesia del malestar, apaciguando posibles ansias emancipadoras (o revolucionarias) al situar en lo individual, donde se agota en sí mismo, el descontento originado realmente en lo social.

Partiendo de este punto de vista, planteamos la idea de que la psicoterapia sería una cierta tecnología del yo en el sentido de Foucault, por la cual el sujeto lleva a cabo toda una serie de cambios en sus pensamientos, afectos o conductas, bajo la dirección de un terapeuta. Creemos que existe en nuestra cultura la idea extendidísima y aceptada casi de forma acrítica de que “expresar / confesar / no guardarse los problemas / preocupaciones / traumas… es bueno / necesario / imprescindible… para estar bien / ser feliz / realizarse uno mismo…”.
Tal vez pueda leerse esta idea como un meme porque se transmite de persona a persona, de generación en generación, e impregna nuestras manifestaciones artísticas más diversas, en cine, literatura, televisión, etc. Si tienes un problema que te preocupa, es imprescindible o, en todo caso, muy útil, que lo hables con un psiquiatra / psicólogo / psiloquesea paradesahogarte / elaborarlo / superarlo.
Nuestra hipótesis es que tal meme se origina posiblemente en los inicios del siglo XX y en relación con el extraordinario auge del psicoanálisis. El caso es que se extiende poco a poco la idea de que hay que hablar de los problemas para solucionarlos o superarlos. Nos parece que en otras culturas o en épocas previas a la nuestra, dicho meme no existía. Tal vez en la época de nuestros abuelos y bisabuelos, el meme dominante fuera algo así como “no hables de tus problemas, resígnate a ellos y sigue adelante”. Y la cuestión es que no nos parece que las personas que vivieron en esas épocas y esas culturas fueran necesariamente más desgraciados / infelices / enfermos que nosotros. De hecho, la impresión es más bien que cada vez se soporta menos cualquier dolor, frustración o malestar y enseguida necesitamos un experto que nos dé un remedio para aliviarnos, porque no somos capaces (o creemos no serlo) de salir adelante por nuestros propios medios personales y la ayuda de nuestros propios apoyos sociales.
Evidentemente, una vez instaurado el meme de que “hablar es bueno”, la gente inmersa en dicha cultura siente la necesidad de hablar y corre el riesgo de sentirse mal si no habla. Pero tal vez la eficacia de las psicoterapias tenga más que ver con la profecía autocumplida de esta idea cultural que con una realidad más o menos objetivable. Una especie de placebo para toda una cultura, por así decirlo.

Esta psiquiatrización y psicologización del malestar vital cobra especial virulencia contra las mujeres: en nuestra cultura, aún claramente machista a pesar del esfuerzo de muchos por hacer ver que el machismo está superado (lo cual es la mejor manera de asegurarse de que nunca lo llegue a estar), son las mujeres quienes con más frecuencia son catalogadas de depresivas, neuróticas, trastornos de personalidad, etc. Y ello ante dificultades vitales muy frecuentemente mayores a las de los varones: más paro, menores sueldos, mucha más carga como cuidadoras familiares, más acosos, abusos y agresiones de todo tipo, etc…
Estamos configurando un contexto donde cualquier dolor consustancial a la vida (que, a veces, duele mucho) parece requerir un profesional y un remedio, del tipo que sea. Un contexto socio-cultural marcado, en nuestra opinión, no tanto por una escasa tolerancia a la frustración, como suele decirse desde círculos profesionales ante la demanda imparable de atención psiquiátrica o psicológica, sino más bien por un engaño masivo que lleva a la gente a pensar que su malestar debe ser atendido desde un enfoque médico, con el consiguiente beneficio económico de las empresas farmacéuticas que venden sus productos y de algunos profesionales que ven acrecentado su supuesto prestigio y su importancia social.

Gentes destrozadas por una crisis económica que no han provocado pero que sufren, mientras los individuos que sí la provocaron no la sufren en absoluto, gentes que han perdido o van a perder sus empleos, sus casas, sin dinero suficiente para vivir con dignidad, sin expectativas de mejoría para ellos mismos o sus hijos… Gentes que son encaminadas a servicios de salud mental, a contar sus penas a profesionales que no pueden hacer otra cosa que intentar adormecer tanto dolor a base de medicamentos o escuchas, unadormecimiento que, aunque alivie momentáneamente, lo que provoca es que no se busque la solución donde se originó el problema: en un orden social injusto, un desigual reparto de la riqueza, una distribución surrealista de la carga impositiva…
En definitiva, en un sistema montado para que los ricos y poderosos lo sean cada vez más, mientras las clases bajas y los que se esfuerzan en creerse clase media, estemos cada vez más hundidos y más aterrados de perder lo que todavía nos queda…

En este contexto, todo ese dolor e indignación es encaminado hacia enfoques individuales que promueven la anestesia y la resignación, en vez de hacia un enfoque social, en busca de unirse a tantas personas que sufren, que sufrimos, por los mismos males y las mismas injusticias. La psiquiatría influye en la cultura colaborando a crear un dispositivo de control social y mantenimiento del orden establecido, frente al que solo cabe intentar luchar, asumir la propia responsabilidad y creer en la propia libertad, desarrollando lo que podríamos denominar, por anacrónico que suene, una auténtica conciencia de clase, que nos lleve a darnos cuenta de que no estamos solos en nuestro dolor, que somos muchos, y que tenemos un poder que ni imaginamos si nos unimos. Aunque para eso haya que salir de las consultas y marchar juntos por las calles…
Esta psiquiatría debe ser superada si queremos sostener un punto de vista emancipatorio para el individuo y para la sociedad en su conjunto: una reafirmación de la responsabilidad, sin miedo a la noción de culpa, apoyada en una libertad individual que asuma sus elecciones pero que no pierda de vista la condición del ser humano como animal social, y las repercusiones éticas que ello debería conllevar. No pretender curar lo que no es una enfermedad, sacar del ámbito médico lo que debería dirimirse en el político y no circunscribir a lo individual lo que son problemáticas sociales que solo en la sociedad y de formas colectivas podrán encontrar solución. O no, pero al menos habrá que intentarlo.
José Valdecasas es psiquiatra y licenciado en filosofía. Editor del blog “postPsiquiatría” y miembro del Consejo Asesor de NoGracias. Su ponencia está extraída en parte de un texto recientemente publicado “Despsiquiatrizar la cultura como necesidad ineludible para un cambio social emancipatorio”

Antipsiquiatría

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Antipsiquiatría: un enfoque liberador de la salud mental

Este movimiento crítico con la psiquiatría busca la comprensión de la locura desde un punto de vista humano y desmitificador. Y rechaza su sistema de diagnóstico y tratamiento

Jesús García Blanca



antipsiquiatria
Normalidad y locura parecen dos extremos separados. Sin embargo, esta concepción esconde relaciones de poder y ha sido causa de un gran sufrimiento para quienes eran “diferentes”. Es lo que denunció el siglo pasado el movimiento de filósofos y psiquiatras que criticó el trato que se daba a los “locos” y la definición de locura.
El malestar, dijeron, lo causa una sociedad claustrofóbica que busca uniformizar, niega los instintos y provoca graves problemas de adaptación. Su crítica sigue vigente.

Locura y enfermedades mentales: mucho por desmitificar

¿Qué es la locura? ¿Existen realmente las enfermedades mentales? ¿Es necesario encerrar a ciertos enfermos para protegerlos de sí mismos o para proteger a otros? ¿O es posible encarar de otro modo el sufrimiento humano?
¿Quién y cómo decide estas cosas y con qué criterios? ¿Quién está más capacitado para conocer las raíces de ese sufrimiento: los supuestos especialistas en psicología o psiquiatría o las personas que sufren? Las respuestas a estas preguntas cambiaron nuestra visión de la enfermedad mental y de nuestra sociedad.
Durante los años cincuenta del siglo pasado se produjeron dos acontecimientos que modificaron la práctica y los conceptos de la psiquiatría hasta nuestros días: se desarrollaron los primeros antipsicóticos, que permitieron tratar a los esquizofrénicos sin que estuviesen recluidos, y surgieron una serie de psiquiatras que iniciaron un cuestionamiento radical de la psiquiatría y la psicología, incluyendo los propios tratamientos farmacológicos. A este grupo de críticos se les agrupó posteriormente bajo la denominación “antipsiquiatría”.

¿Qué es la Antipsiquiatría?

En el siglo XIX había comenzado el encierro sistemático de los locos, junto con indigentes, vagos, maleantes, vagabundos, mendigos y otros colectivos incontrolados. Las condiciones del encierro pueden resumirse –propuso el filósofo Michel Foucault– con una palabra: miedo.
Los “pacientes” estaban sometidos a una disciplina en la que cualquier derecho humano parecía totalmente ausente: camisas de fuerza, duchas frías, aislamiento, inmovilizaciones prolongadas y, por supuesto, humillación y pánico.
En el siglo pasado, cuando la psiquiatría evolucionó para reivindicar su carácter científico, a la altura de la medicina, los locos pasaron a denominarse “enfermos mentales”, pero las prácticas de confinamiento y tratamiento no dejaron de ser violentas y represivas.

Cambiando de paradigma

La antipsiquiatría vino a plantear una lucha frontal contra estas prácticas, pero también a redefinir los principales presupuestos teóricos de la psiquiatría y sus pretensiones de convertirse en ciencia.
Una crítica que los autores del movimiento hicieron desde diferentes ángulos: algunos consideraban que la psiquiatría es uniformizadora y cómplice del poder, otros lucharon contra la reclusión de los esquizofrénicos, otros criticaron las relaciones de poder terapeuta-paciente, otros analizaron la estigmatización producida por diagnósticos que muchas veces solo escondían descontento y rebeldía...
Pero todos compartían en alguna medida la lucha por el cambio social, en sintonía con un momento de rebeldía: mayo del 68, movimiento de liberación gay, contracultura, oposición a la guerra de Vietnam, explosión de la cultura rock, crítica intelectual y activista del capitalismo...
Las discusiones teóricas se convirtieron en una lucha política. En apenas dos décadas, el movimiento consiguió producir un importante cuerpo teórico y experiencias sorprendentes. En los años sesenta aparecieron cuatro obras clave:
  • Internados: ensayo sobre la situación social de los enfermos mentales, del sociólogo Erving Goffman.
  • El libro fundacional de la antipsiquiatría, El mito de la enfermedad mental, del psiquiatra Thomas Szasz, en el que plantea que los psiquiatras no se enfrentan a patologías, sino a dilemas éticos, sociales y personales.
  • El yo dividido, de Ronald Laing, sobre los orígenes sociofamiliares de la esquizofrenia.
  • El libro que dio nombre al movimiento: Psiquiatría y antipsiquiatría, de David Cooper.

Los beneficios de suprimir los psicofármacos

A la vez se llevaron a cabo experiencias revolucionarias. Todas tenían en común una casi total libertad a los pacientes, que se relacionaban de igual a igual con los terapeutas. Se suprimieron las prácticas violentas y se redujeron drásticamente los tratamientos farmacológicos.
En pocos años, comenzaron los éxitos parciales, pero todas estas experiencias fracasaron por la oposición de las autoridades académicas y sanitarias. En el caso de Cooper se llegó incluso a cambiar el nombre del pabellón por 20B para borrar todo rastro de la experiencia.

Terapias al servicio de las personas

Deberíamos evitar:
  • Psicoterapias directivas basadas en teorías reduccionistas y mecanicistas, al servicio del poder, que buscan la reinserción en la sociedad, la normalidad, la adaptación a los problemas.
  • El diagnóstico-etiqueta basado en el Manual de diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría, en el que unos especialistas –que tienen relaciones laborales o económicas con los laboratorios en muchos casos– establecen criterios despersonalizados y frecuentemente sin base patológica objetiva.
  • Las relaciones de dependencia y autoridad, a veces oculta bajo una capa de paternalismo, entre el terapeuta y el paciente.
  • Los tratamientos con psicofármacos, basados en la idea de que los trastornos se deben a desequilibrios bioquímicos. Crean dependencia, tienen efectos indeseados, a veces graves, y no solucionan los problemas, sino que se limitan a paliar o tapar los síntomas.
En cambio, conviene buscar otro tipo de terapias...
  • Psicoterapias liberalizadoras, basadas en teorías holísticas que consideran que los trastornos tienen orígenes complejos y que buscan potenciar el crecimiento interior al servicio de la persona y de un cambio en la sociedad. Para estas terapias, el ser humano posee una naturaleza social y es responsable de la construcción de la sociedad en la que vive. Desde ese ángulo, lo normal no tiene por qué ser saludable, a menudo es lo contrario.
  • Diagnósticos holísticos, personalizados, que no estigmaticen o clasifiquen y sirvan como herramientas para un trabajo integral.
  • Relaciones de complicidad y empatía psicoterapeuta-paciente en las que se establezca un pacto de igualdad y de respeto a la autonomía del paciente.
  • Técnicas no directivas que minimicen o supriman totalmente los psicofármacos y basen su acción en el trabajo psicocorporal, emocional y social.

La falsa panacea química

El movimiento crítico con la psiquiatría, tras sus intensos veinte años de existencia, permitió cambiar alguna cosa, pero no lo esencial: ni la concepción de la enfermedad mental, ni los diagnósticos y tratamientos, ni la comprensión de la locura desde un punto de vista humano y desmitificador.
Los siniestros hospitales psiquiátricos ya no son lo que eran, es cierto,pero persiste la posibilidad de internamiento involuntario, y si se ha reducido es porque los psicofármacos cumplen la función de mantener a los pacientes encerrados en una especie de manicomio ambulante en el que la persona etiquetada como “enfermo mental” lleva a cuestas rejas y camisa de fuerza.
En su reciente libro sobre las enfermedades mentales (Deadly Psychiatry and Organised Denial, “Psiquiatría mortal y negación organizada”), Peter Gotzsche, fundador y director del Nordic Cochrane Center, considera que la psiquiatría ha asentado una serie de errores. Que...:
  • Los diagnósticos son fiables.
  • Si damos una explicación genética o bioquímica a los trastornos evitaremos o lograremos reducir la estigmatización del paciente.
  • Observando las cifras de consumo de fármacos tendremos una idea de la incidencia de personas con trastornos mentales.
  • Los trastornos consisten en desequilibrios químicos que podemos corregir mediante fármacos.
  • Los tratamientos prolongados con psicofármacos evitan que los pacientes recaigan y reducen los suicidios en niños y adolescentes.
  • La depresión, la hiperactividad y la esquizofrenia producen daños cerebrales que pueden evitarse o prevenirse mediante el uso de psicofármacos...

Un caldo de cultivo para la medicalización

La realidad es muy diferente. En estos años la sociedad ha profundizado en su carácter alienante y opresivo: las condiciones laborales han empeorado, la tecnología ha causado una desconexión que casi podemos calificar de aislamiento y pérdida del sentimiento de comunidad, especialmente a la hora de afrontar los problemas, y esto ha llevado al consumo desmedido de servicios terapéuticos y de psicofármacos.
Como decía el dramaturgo inglés Nathaniel Lee al ser recluido en una institución mental en el siglo XVII:
“Me llamaron loco y yo los llamé locos. Y maldita sea, me ganaron por mayoría de votos”.
Parece que los locos son los que se han adaptado a tan inhumanas condiciones de vida, que son los más sensibles, los pocos que permanecen cuerdos afrontando la discriminación de quienes tienen el poder de definir.

Etiquetas diagnósticas que surgen como setas

Otra de las grandes reivindicaciones de la antipsiquiatría, el etiquetado indiscriminado sin base objetiva o científica, ha ido volviéndose más y más absurdo en cada edición del famoso Manual de diagnóstico (DMS, por sus siglas en inglés), editado por la Asociación Americana de Psiquiatría.
Ya en la tercera edición de 1980 sumó cien nuevas categorías diagnósticas y dejó a un lado la base propuesta por Freud para limitarse a elaborar listas de síntomas y umbrales numéricos a la hora de etiquetar a los pacientes.
Desde entonces, el manual se ha ido imponiendo a gran escala,escondiendo las causas profundas del sufrimiento y aplicando una clasificación simplista y reduccionista que criminaliza conductas o comportamientos que no cuadran con los intereses de los poderes establecidos.
Al mismo tiempo, se ha hecho manifiesta la corrupción de los comités de expertos que elaboran los diversos capítulos del manual, en su mayoría ligados por intereses económicos a la industria farmacéutica. El hecho de basar las medidas terapéuticas prácticamente en los psicofármacos está provocando una auténtica catástrofe de salud.
Medio millón de personas mayores de 65 años mueren cada año en Europa y Estados Unidos a causa de los tratamientos farmacológicos diseñados para la depresión, la ansiedad o la psicosis, afirma Peter Gotzsche en su libro. Son cifras escalofriantes.
Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), considerados los antidepresivos más seguros, y por lo tanto los que más se prescriben, matan a una de cada 28 personas mayores de 65 años que se tratan con ellos cada año, causan graves efectos secundarios sexuales y producen dependencia en la mitad de los tratados.
Además, ansiolíticos y antidepresivos crean dependencia y producen un grave síndrome de abstinencia (comparable o superior al de la heroína), provocan agresividad o violencia, aumentan el riesgo de suicidios (especialmente en jóvenes) y poseen un alto riesgo de provocar malformaciones congénitas en embarazadas.
Cientos de miles de “pacientes” –muchos, víctimas del sobrediagnóstico– sufren efectos secundarios graves o muy graves: obstrucción hepática, anemia, vértigos, visión borrosa, irregularidades menstruales, arritmia cardiaca, parálisis muscular...
Recomendado por el psicólogo Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza. Zona Centro

Trastorno Límite de la Personalidad. Fronterizo. Borderline

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"Fuego y hielo". Así caracterizan algunos autores al estilo límite de personalidad. Los sujetos con este patrón de comportamiento viven todas las situaciones con la mayor intensidad. Tan pronto están en el cielo como pueden estar minutos después en el infierno. Tan pronto están adorando a su pareja como al minuto estar odiando. La intensidad e inestabilidad de las emociones de las mismas describen a grandes rasgos al estilo límite. Sus reacciones explosivas no tienen mucho que ver con los estímulos ambientales, sin embargo de ser así todavía son más intensos; pueden tener explosiones difíciles de controlar. Luego, al recordar la situación, se sienten mal y se arrepienten. Pero ese descontrol de las emociones y el arrepentimiento posterior volverá a pasar una y otra vez. Además el estilo límite necesita de las emociones para sentirse vivo. Necesita sentirse querido, necesita sentir la vida, sentir el sol cuando están en un estado emocional positivo y sentir la luna cuando están tristes. Suelen ser desinhibidos, animosos, alegres, al menos cuando están en un estado emocional positivo. Suelen demostrar lo que sienten y parece que frecuentemente exigen que los demás se comporten de la misma manera

El estilo límite puede ser la alegría de la casa pero cuando se convierte en un trastorno puede acabar con la paciencia de la familia y pareja. Todo lo dicho arriba se vuelve mucho más extremo. El comportamiento se vuelve verdaderamente problemático tanto para el sujeto como para su entorno, apareciendo posibles comportamientos autolesivos e, incluso en algunos individuos, intentos de suicidio.



Apuntes históricos sobre el TLP. Trastorno fronterizo de la Personalidad o Borderline

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Remontándonos a tiempos de Homero, Hipócrates y Areteo, aparecen descritos cuadros donde aparecían ira impulsiva, la manía y la melancolía, señalando que estos "hechizos" eran oscilantes y que las personas estaban sujetas a ellos. Pero fue Bonet, en 1684 quien unió la impulsividad y los estados de ánimo inestables en un término que denominó "folie maniaco-melancolique". Posteriormente, y ya en el siglo XIX, Baillager y Falret observaron a un grupo de pacientes que mostraban un curso depresivo, interrumpido intermitentemente por períodos de irritabilidad, cólera, euforia y normalidad, que bien podría asemejarse al trastorno límite o fronterizo de la personalidad, también llamado borderline o "inestabilidad emocional -CIE-!0). Pero quizá sea Kraepelin quien se acercó más a los síntomas que hoy en día conocemos como TLP, a saber:

"Los pacientes manifiestan desde la juventud fluctuaciones extraordinarias en su estado de equilibrio emocional, afectándoles excesivamente todas las experiencias, con frecuencia de un modo poco agradable...
...y en ocasiones más triviales, manifiestan explosiones de ira.

El estado de ánimo está sujeto a cambios frecuentes... son períodos que se intercalan, en los que el paciente puede sentirse irritable y malhumorado, quizá triste, ansioso; llora sin causa, expresa ideación suicida, quejas hipocondríacas, no se levanta de la cama...

Es difícil que mantengan sus esfuerzos de un modo constante. A consecuencia de su irritabilidad y sus estados de ánimo variables, su vida se ve sujeta a los incidentes más variopintos que les llevan a huidas inesperadas, viajes o encerrarse en sí mismos"

Artículo básico sobre el Trastorno Borderline

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El trastorno borderline de personalidad

Escrito por: DR. SERGIO OLIVEROS CALVO
Publicado:  | Actualizado: 10/01/2018
Editado por: TOP DOCTORS®
Inestabilidad emocional, impulsividad y dificultades en la relación interpersonal son algunas de las características del trastorno borderline de personalidad, algo que debería ser considerado como una enfermedad psiquiátrica más que un simple trastorno de personalidad por todos los motivos que veremos a continuación.
El trastorno borderline va asociado a una fuerte dependencia, dificultad para relacionarse e impulsos incontrolables
El trastorno límite (borderline) de personalidad es un conjunto de anomalías en el plano de las emociones, el afecto, las motivaciones y la relación social de un sujeto que le generan él o a las personas que le rodean una malestar significativo y persistente. Tales anomalías consisten primariamente en este trastorno en una marcada inestabilidad emocional eimpulsividad. Se trata de un trastorno que afecta al 1,8% de población general, y su distribución es de 3 mujeres por cada hombre, acentuándose excesivamente en familias desestructuradas.
Genera una elevadísima tasa de complicaciones tóxicas, alimentarias, legales, médicas, familiares o laborales, además de un elevadísimo consumo de recursos sanitarios (hospitalizaciones, ingresos, urgencias por tentativas de suicidio, etc.). No se trata a juicio de muchos especialistas de un mero trastorno de personalidad, sino de una enfermedad psiquiátrica en toda regla que debería ser incluida dentro del eje I de las clasificaciones internacionales mentales.

Síntomas del trastorno borderline
El paciente borderline presenta de forma característica una marcada inestabilidad afectiva debida a intensas reacciones emocionales frente al rechazo, la crítica, o cualquier aspecto que puedan percibir como una herida en su amor propio. Sin embargo, este sentimiento suele durar unas horas tan solo. Son comunes los episodios de ira y la dificultad para controlar sus impulsos, por lo que son recuentes las amenazas de suicidio y la automutilación, con cortes superficiales en la piel especialmente.
El sentimiento crónico de vacío o el de inutilidad desde edades tan tempranas como la adolescencia es otro de los síntomas de aquellos que padecen el trastorno límite de personalidad. Los varones son más proclives a presentar consumo de drogas concomitante y las mujeres, en cambio, trastornos de alimentación concurrentes. Es el trastorno de personalidad con mayor comorbilidad (presencia simultánea de otras enfermedades).

Tratamiento del trastorno límite
La psicoterapia cognitivo conductual, la programación neurolingüística y la psicoterapia dinámica han mostrado eficacia en su tratamiento. De forma añadida los inhibidores de la recaptación de serotonina a dosis medias y altas, timoanaléticos como topiramato, gabapentina, pregabalina y oxcarbazepina y neurolépticos atípicos como quetiepina, olanzapina, paliperidona y risperidona, han demostrado eficacia en el control de muchos de los síntomas a corto plazo, facilitando el desarrollo de las psicoterapias.

Clasificación Psiquiátrica

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La mayoría de los acertijos psiquiátricos se basan en un problema no expresado que consiste en encajar un acto, un concepto o una persona en alguna categoría.
Los problemas que se esconden detrás de los conflictos básicos del género humano, conflictos ideológicos y religiosos, son de la misma clase: ¿EL negro es una cosa? ¿Jesús es un hombre o un Dios?
Los diagnósticos psiquiátricos son etiquetas estigmatizadoras que se expresan de un modo que les haga parecer diagnósticos médicos y se aplican a personas cuyo comportamiento molesta u ofende a otras personas. A los que sufren y se quejan de su propio comportamiento se les suele clasificar como "neuróticos"; aquellos cuyo comportamiento hace sufrir a los demás y que provocan quejas se les acostumbra a llamar psicóticos.
La nosología psiquiátrica (la clasificación de las enfermedades mentales), es el lenguaje del aborrecimiento.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo. Zaragoza Centro. Lacarra de Miguel 27, 2C.
Teléfono: 653 379 269
Página Web: www.rcordobasanz.es

Características del Trastorno Límite (Fronterizo)

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Tras Kraepelin, Schneider, Kretschmer y Reich fue Adolf Stern (1938) quien designó "el grupo límite de las neurosis". Desde entonces se han ido realizando diversas conceptualizaciones del término, que podríamos resumir básicamente en seis.

- La primera está basada en los trabajos de Otto Kernberg, empleando el término límite para describir la mayoría de las formas serias de carácter patológico.
- La segunda surgió en los sesenta y setenta, centrada en las experiencias psicóticas transitorias  de estos pacientes. Desde entonces se pensaba que era un derivado de las esquizofrenias.
- La tercera agrupó muchas de las investigaciones empíricas de los ochenta, enfatizó la disforia crónica y la labilidad afectiva de los trastornos límite, lo que llevó a pensar que era un trastorno afectivo. Akiskal y Zanarini.
- La cuarta definición se refleja en la obra de Gunderson (1984), en donde el término límite describe una forma específica de trastorno de personalidad que puede ser distinguida de un número sustancial de otros trastornos del Eje II (Trastornos de Personalidad). De este modo se distingue de los síndromes esquizofrénicos y los estados neuróticos, proponiéndose, así, las características distintivas: automultilación, comportamientos parasuicidas, preocupación excesiva por el abandono y la soledad, actitud muy exigente, etc, pensamiento cuasi psicótico, regresiones terapéuticas y dificultades en la contratransferencia.
- Las definiciones quinta y sexta sobre la patología límite han surgido durante los años noventa. Zanarini (1993) piensa que es más correcto concebir el trastorno dentro de los trastornos impulsivos (consumo de sustancias psicoactivas o trastornos de alimentación, por ej.). De esta forma el trastorno límite no sería una forma atenuada o atípica de uno de los trastornos del impulso, sino que se trataría de una forma específica de trastorno de personalidad pero que aparece junto a los trastornos de control de los impulsos.
En la misma línea, Herman y van der Kolk (1987) sugieren que se trata de una variación crónica del trastorno postraumático, relacionado con problemas disociativos, incluyendo el trastorno disociativo de la personalidad.
Ahora bien, a pesar de las infinitas caracterizaciones , la validez del "trastorno límite de la personalidad" se encuentra hoy en día generalmente aceptada, mientras que otros aspectos, como etiología y tratamiento, están aún en proceso de investigación y experimentación; en esta última faceta existen tres pilares: Otto Kernberg, Marsha Linehan y Gunderson.

Rodrigo Córdoba Sanz. 
Experto en Trastorno Límite de la Personalidad. Trastorno Fronterizo o de Inestabilidad Emocional.
Zaragoza Centro. Teléfono: 653 379 269 
www.rcordobasanz.es

Uso del Trastorno Límite de la Personalidad

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A lo largo de los años se han ido proponiendo otras formas para representar el trastorno límite, ahora en el DSM-V como trastorno fronterizo.
El término "límite" solía darse a aquellas personas en las cuales no se sabía bien donde transitaban, esto es, si en el polo de la neurosis o de la psicosis. Esta denominación ha suscitado numerosos debates sobre qué es el trastorno límite y cómo se puede entender y diagnosticar. El tratamiento se ha ido perfilando recientemente.
Se acuñaron distintos términos como personalidad cicloide, personalidad ambivalente de la personalidad, trastorno impulsivo de la personalidad, trastorno lábil de la personalidad, etc.
Otro problema es que el trastorno límite se puede confundir con otras patologías como el trastorno ciclotímico del trastorno del estado del ánimo. Esto sugiere a muchos clínicos el incluirlo en la entidad de los trastornos del estado del ánimo.
No obstante el término "límite" se ha mantenido, aunque se ha reforzado la noción de una entidad nosológica específica, que describe un nivel avanzado de disfunción, sin tener en presente que hay niveles de gravedad leves, moderados y graves; esto depende del apoyo social, la psicobiografía y el grado de conexión con la realidad así como los episodios de pensamiento "dicotómico".
No debería ser utilizado como cajón de sastre para los casos de indecisión clínica o diagnóstica; más bien debería considerarse como un patrón de comportamiento y funcionamiento alterado de de forma estable y duradera, ubicad o en algún punto donde reside la inestabilidad junto a la búsqueda incesante de aceptación y aprobación, configurándose, de este modo, un único trastorno "límite estructuralmente defectuoso" (Millon y Davis, 1998).

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo. Zaragoza centro.
Teléfono: 653 379 269
www.rcordobasanz.es

Sagradas Escrituras y Trastornos de Personalidad

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Existe un componente, como todos sabemos en los trastornos de personalidad, de conductas que se "desvían de la propia cultura". También influye la "eticidad" y la "moralina" que atraviesa el discurso socio-cultural.
Comparto con vosotros algo verdaderamente triste (o casi asombroso), como ejemplo de los criterios de "normalidad", más bien, diría yo, de ser estándar, en la media. Estar dentro de la media de la Campana de Gauss, sin salirse.
Pues bien; ya en las Sagradas Escrituras, en cabeza del apóstol San Pablo, dictaminaba el carácter (y, por tanto, la personalidad de los hombres) en las épocas subsiguientes de la humanidad; el apóstol lo escribió así:

"También debes saber esto: que en los postreros días vendrán también tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero no negarán la eficacia de ella; a estos evita"
Y dice Alfonso Barreto, para colmo: "No deja de sorprender, pues, la descripción del apóstol y sus apreciaciones coincidentes con la mayoría de los trastornos de la personalidad hoy descritos por las ciencias humanas y del comportamiento".

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Experto en Trastorno Límite de la Personalidad (Trastorno Fronterizo).
Web: www.rcordobasanz.es

El tabaco no "ayuda" a manejar la terapia del enfermo mental

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Vitoria, 2 mar (EFE).- El jefe de Psiquiatría del Hospital Psiquiátrico de Álava, Edorta Elizagárate, ha abogado hoy por combatir la falsa creencia de que el hábito de fumar ayude al manejo de los síntomas de la enfermedad mental o que contribuya a afrontar el estrés y los efectos secundarios de la medicación.
Elizagárate participa en el XXV Curso Nacional de Actualización en Psiquiatría que se celebra en Vitoria y en el que una de las cuestiones a estudio será el tabaquismo en la enfermedad mental.
Ha explicado que entre los pacientes de hospitales psiquiátricos el hábito de fumar alcanza el 80 %, un porcentaje "inmensamente superior" al de la media de la sociedad.
Ha considerado "absurdo" que ante esta realidad en un "entorno terapéutico" como es un hospital no se haga nada, máxime cuando no hay ninguna evidencia científica de que el tabaco ayude a reducir el estrés o la agresividad en los pacientes psiquiátricos.
Además, ha citado que se estima que un 10 % de los pacientes con enfermedad mental comenzaron a fumar durante un periodo de hospitalización.
Elizagárate ha insistido en que no fumar no perjudica en absoluto la terapia de los enfermos mentales, ni incrementa los incidentes en las unidades de hospitalización, y los responsables sanitarios tienen la "responsabilidad ética" de prevenir y evitar el consumo de cigarrillos.
Ha reconocido que hay una cierta resistencia entre algunos profesionales sanitarios a restringir el consumo de tabaco entre los pacientes mentales porque existe la creencia de que les puede provocar cierta alteración y porque, en ocasiones, se ha utilizado la entrega de cigarrillos como premio o estímulo para la realización de actividades.
En Álava desde hace dos años se ha puesto en marcha una iniciativa "restrictiva" pionera en España que ha sido muy bien acogida por los profesionales sanitarios, ya que estas limitaciones hacen disminuir notablemente la conflictividad entre los pacientes que, en ocasiones, "se extorsionan" entre ellos con el tabaco.
Este experto ha apostado por adoptar medidas generalistas de prohibición en los hospitales psiquiátricos porque las parciales, como establecer salas de fumar, están abocadas al fracaso, ya que se suelen convertir en los puntos de encuentro de todos los pacientes, lo que distorsiona las actividades diarias del centro.
Éste es uno de los temas de tratamiento de este congreso anual de psiquiatría, que celebra sus bodas de plata con la participación de más de 400 expertos en salud mental de toda España.
Está previsto que en este congreso se analicen cuestiones como los nuevos tratamientos para la depresión resistente, el trastorno bipolar, la esquizofrenia y la patología dual.
También se analizará la adherencia de los pacientes a los tratamientos, una cuestión importante cuando, según las estimaciones hechas en todo el mundo, una de cada cuatro personas tendrá que recibir en su vida un tratamiento psiquiátrico, mayoritariamente por depresiones. EFE

Artículo externo. Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo

La enfermedad y la muerte

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LA DESHUMANIZACIÓN INSTITUCIONALIZADA DE LOS ENFERMOS



Para enfermar y morir como es debido hay que ser pasivo. La hipocondría y el suicidio brindan opciones porque sustituyen la pasividad por la actividad, la impotencia (o el miedo a ella) por el dominio (o la ilusión de tenerlo). De modo más general, alcanzamos el dominio "activo" de la enfermedad y la muerte delegando en los médicos toda la responsabilidad de su tratamiento, y exiliando a los enfermos y los moribundos en los hospitales. Pero los hospitales funcionan a comodidad del personal que trabaja en ellos y no de los pacientes: en un hospital no podemos estar enfermos como es debido ni morir decentemente; estas cosas sólo podemos hacerlas entre quienes nos quieren y valoran. El resultado es la deshumanización institucionalizada de los enfermos, característica de nuestra época.

Jose Antonio Marina: Altas Capacidades

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Niños Con Altas Capacidades

 (Pediatría Integral)


La educación de las altas capacidades
Un asunto controvertido, en el que tenemos que distinguir dos problemas: la generación de altas capacidades, y la educación de esas altas capacidades una vez que han aparecido.
Los investigadores actuales sobre la inteligencia dan cada vez más importancia al aprendizaje. “One is not “born” gifted”. (Sternberg, Jarvis, Grigorenko 2011, 34). Estos investigadores utilizan una frase que nos puede escandalizar: “El talento es una decisión”. Es cierto que el paso de la biología al talento se da durante el proceso educativo, pero eso no quiere decir que no importen las condiciones iniciales (genéticas).
Lo importante es que no son las determinantes. Ni siquiera el cociente intelectual asegura el éxito en una tarea, que depende de otros factores difíciles de medir, como la motivación o la “determinación”. Angela Lee Duckworth ha estudiado lo que denomina grit: la tenacidad acompañada de esfuerzo. Piensa que se diferencia de otros conceptos análogos –como la perseverancia– porque es un rasgo estable, que no necesita un feedback positivo para mantenerse. Las personas altas en grit mantienen su esfuerzo a pesar del fracaso y de la adversidad. Su pasión y su compromiso con metas a largo plazo le hacen mantenerse en la carrera. Son corredores de maratón, no esprinter. Estas investigaciones intentaron responder a la pregunta: ¿por qué unas personas son más e caces que otras de la misma inteligencia? La determinación es un factor independiente de la inteligencia cognitiva, eso explica que personas con un alto nivel CI no tengan buenos resultados a largo plazo (Duckworth et al. 2007).
Reis y Renzulli recomiendan tres tipos de educación enriquecida que pueden ayudar a los niños con altas capacidades: enriquecimiento de tipo I: actividades exploratorias generales para estimular nuevos intereses en los niños dotados; enriquecimiento de tipo II: actividades de entrenamiento en grupo, que impliquen el desarrollo de pensamiento crítico y creativo, y habilidades para aprender a aprender; enriquecimiento de tipo III, pequeños grupos para investigar un problema real, elegido por sus miembros, para desarrollar un nivel más alto de habilidades investigadoras, y creativas. (Reis y Renzoulli, 2009).
Las familias tienen que ser parte activa en la educación de sus hijos y también, claro está de los que tienen altas capacidades. En EE.UU., este aspecto se incluye en las leyes sobre personas con necesidades educativas especiales, que recomienda respecto de las familias las siguientes cosas:
1.            Compartir conocimientos y habilidades: hay que entender las características de los superdotados. Los miembros de la familia deben conocer los intereses, capacidades y necesidades de sus hijos, para sugerir apoyos educativos más adecuados. En este sentido, tienen mucho que aportar a los profesionales.
2.            Utilizar una comunicación e caz, comunicación positiva: aparte de las reuniones padres-profesores, tener en cuenta otros medios como boletines, trabajos del hijo, conversaciones telefónicas, e-mails, reuniones informales fuera del colegio, etc.
3.            Comprender los roles y responsabilidades individuales: hay que entender donde está situada cada parte para trabajar bien juntos.
4.            Satisfacer las necesidades de los niños: colaboración a lo largo de los ambientes educativos: importancia de ver todos los ambientes como lugares de experiencia educativa. Por medio de un entendimiento compartido de las necesidades individuales, las tareas de casa y de la escuela podrían ajustarse para que cada estudiante mejore su aprendizaje.
Los alumnos con necesidad específica de apoyo educativo por altas capacidades intelectuales precisan una respuesta educativa adecuada para el desarrollo pleno y equilibrado de sus capacidades y de su personalidad.

La situación en España
Comenzaré con algunas referencias legales de interés para los interesados por este tema:
•             LEY ORGÁNICA 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (BOE de 4 de mayo).
•             REAL DECRETO 943/2003, de 18 de julio, por el que se regulan las condiciones para  flexibilizar la duración de los diversos niveles y etapas del sistema educativo para los alumnos superdotados intelectualmente (BOE de 31 de julio).
•             ORDEN 70/2005, de 11 de enero, del Consejero de Educación de la Comunidad de Madrid, por la que se regula con carácter excepcional la flexibilización de las diferentes enseñanzas escolares para los alumnos con necesidades educativas específicas por superdotación intelectual (BOCM de 21 de enero).Corrección de erratas de la Orden 70/2005, de 11 de enero, BOCM de 14 de febrero. La evaluación psicopedagógica de este alumnado es competencia, dentro del sistema educativo, de:
•             Equipos de Orientación Educativa y Psicopedagógica (EOEP) para el alumnado escolarizado en las etapas de Educación Infantil y Primaria.
•             Departamentos de Orientación para el alumnado escolarizado en Educación Secundaria.
En España, las competencias educativas están transferidas a las Comunidades Autónomas, por lo que ellas son las encargadas de tratar este asunto. Los niños con altas capacidades se escolarizan en centros ordinarios en los que se imparten, según corresponda, las enseñanzas enunciadas en el Artículo 3 de la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. Los programas de apoyo cambian de un lugar a otro. Mencionaré como ejemplo los de la Comunidad de Madrid.

Medidas educativas y otros recursos
•             Medidas educativas dentro del proceso ordinario de escolarización, por medio del enriquecimiento del currículo.
•             Medida de  flexibilización de la duración de los distintos niveles y etapas del sistema educativo para aquellos alumnos que sean identificados como superdotados intelectualmente.
•             Programa de enriquecimiento educativo, consistente en actividades complementarias a la educación reglada que se realizan fuera del horario lectivo, mediante propuesta de los Equipos de Orientación Educativa y Psicopedagógica (EOEP) o los Departamentos de Orientación de los Centros de Educación Secundaria.
El Programa de Enriquecimiento Educativo tiene como finalidad proporcionar oportunidades de aprendizaje al alumnado con altas capacidades de la Comunidad de Madrid, fuera del horario escolar. Para ello, se ofrecen múltiples alternativas metodológicas y contenidos muy diversos de estudio e investigación, que no sustituyen en ningún momento el currículo oficial, sino que lo complementan y enriquecen, enmarcando una propuesta extracurricular global.

Destinatarios
El alumnado que participa en el Programa está escolarizado en la educación básica (Educación Primaria y Educación
Secundaria Obligatoria), en centros públicos, concertados y privados de la Comunidad de Madrid. Todos estos estudiantes son propuestos por los Equipos de Orientación Educativa y Psicopedagógica o por los Departamentos de Orientación y por los tutores de sus centros de referencia, después del estudio correspondiente, con la autorización de sus familias.

Objetivos
•             Conseguir el desarrollo pleno y equilibrado de sus capacidades y personalidad.
•             Desarrollar el pensamiento divergente.
•             Desarrollar habilidades de relación entre iguales y habilidades sociales adaptadas al contexto en el que se desenvuelven.
•             Colaborar y asesorar en los distintos ámbitos en que se desenvuelve el alumno o alumna (familiar, escolar y social) .
•             Conocer todos los recursos del contexto social que puedan enriquecer al alumnado.
De estos objetivos o grandes  finalidades del Programa de Enriquecimiento Educativo, se desprende que su campo de intervención no es exclusivamente el alumnado, sino que se extiende, además, a otros tres: centros docentes, familias y contexto social.
En relación con el alumnado: se desarrollan dos sesiones de trabajo al mes, desde octubre a mayo, en horario de 10:00 a 13:00 horas. *En estas dieciséis sesiones se implementa el Proyecto Anual, que gira en torno a un tema monográfico elegido por los alumnos y que cada grupo desarrolla a través de proyectos de investigación relacionados con cinco ámbitos: motivacional, social, artístico, científico-tecnológico y lingüístico-literario. Las distintas investigaciones y los estudios que realiza el alumnado se completan con la colaboración de expertos y la realización de visitas a centros de especial relevancia.
En relación con los centros docentes: se realizan encuentros con los tutores y los orientadores de los centros de referencia donde está escolarizado el alumnado que asiste al Programa, para intercambiar información. Esta actividad se realiza, con carácter general, al menos una vez al año.
En relación con las familias: se requiere un intercambio fluido de información y asesoramiento. Para ello, el Equipo de Coordinación del Programa de Enriquecimiento Educativo en cada Dirección del Área Territorial se reúne con los padres las veces que se consideren necesarias.
Como es un problema que suele preocupar a muchas familias, proporcionaré algunas direcciones de interés:
–             http://www.tupatrocinio.com/entidad.cfm/ entidad/82006050040965676857485166524569.htm
–             http://www.mensa.es/
–             Asociación Española de Superdotados y con Talento (AEST) .
http://www.aest.es/
–             Plataforma para la Defensa de los Derechos de los Superdotados (PLADES). http://www.aest.es/plataformaplades/index.html
–             Fundación AVANZA. http://www.fundacionavanza.org/
–             Fundación CEIM, Programa para Alumnos con Altas Capacidades en la Comunidad de Madrid. http://www.ceim.es/index.asp?seccion=294
–             Centro CADIS (Andalucía). http://www.centrocadis.com/
–             Programa INGENIA. http://www.centrocadis.com/peces
–             Centro Huerta del Rey (Centro de Identificación, Seguimiento, Formación e Investigación en el campo de la Superdotación y el Talento). http://www.centrohuertadelrey.com/es/

Altas Capacidades Somatizaciones

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Las somatizaciones en los niños de altas capacidades


La Asociación Española para Superdotados y con Talento (AEST) quiere llamar la atención de los especialistas en Pediatría ante las señales que podrían indicar que un niño tiene Altas Capacidades Intelectuales, en especial las somatizaciones.
Los alumnos de altas capacidades tienen unas Necesidades Específicas de Apoyo Educativo, tanto emocionales como académicas, establecidas en la LOMCE. Sin embargo, hoy en día la gran mayoría no son detectados, por lo que no reciben la atención que necesitan. Desgraciadamente, esta situación hace que muchos de estos niños sufran con cierta frecuencia desequilibrios emocionales, como estrés, tristeza e incluso depresión. También se producen somatizaciones que cursan en forma de dolores abdominales, de cabeza, vómitos, fiebres rebeldes, eccemas, soriasis, sangrados nasales, incontinencias (cuando ya se habían controlado los esfínteres hace tiempo) etc…


⇒  AEST ruega a los pediatras que, en caso de aparecer este tipo de síntomas en alguno de sus pacientes, valoren la posibilidad de que pudiera tratarse de un menor con Altas Capacidades Intelectuales sin identificar,  que esté necesitando apoyo en el colegio y comprensión por parte de sus padres y/o profesores, y por tanto le deriven a Salud Mental Infantojuvenil para realizar una valoración psicológica completa.


Un niño de Altas Capacidades no sólo tiene una inteligencia muy superior a la media, sino una emotividad, motivación, personalidad, creatividad y temperamento que se desarrollan de forma completamente diferente a los del resto de niños de su edad. Se sienten “diferentes” y en ocasiones pueden llegar a ocultar sus talentos para ser aceptados por el grupo.
Según explican los especialistas Adrián García Ron y José Sierra Vázquez(¹), en un artículo publicado por la Asociación Española de Pediatría, algunos datos que puede emplear un pediatra para identificar un posible caso de altas capacidades son:
  • Entre 1 y 4 años: a los padres puede sorprenderles el desarrollo precoz del lenguaje y su elevada capacidad de memoria. En algunos casos pueden realizar puzzles y leer con facilidad antes de los 4 años.
  • Entre los 4 y 6 años: muestran orientación social hacia los adultos (conversaciones, juegos, etc.), disfrutan leyendo, tienen una gran curiosidad por las cosas, y muestran facilidad y rapidez en la comprensión de conceptos.
  • A partir de los 6 años: llama la atención su riqueza léxica; comprensión, manejo y conexión de conceptos complejos, así como el placer que le produce plantear y resolver nuevos problemas. Pueden tener talento en áreas específicas (dibujo, música, matemáticas, etc.), aunque suelen ser niños despistados ante tareas de rutina o irrelevantes para ellos. Frecuentemente muestran interés por temas trascendentes (moralidad, justicia, guerras, etc.), tienen avanzado sentido del humor, sensibilidad, perfeccionismo, sentimientos y emociones fuertes.
Pese a su alta capacidad cognitiva, estos niños pueden tener bajo rendimiento escolar. Según el Ministerio de Educación, el 70% rinde por debajo de sus posibilidades y entre un 30 y un 50% presentan fracaso escolar. Son niños que en clase destacan por su expresión verbal, pero pueden tener una mala grafía (porque su procesamiento cognitivo va por delante de su madurez psicomotora para la escritura). Aunque pueda parecer contradictorio, su gran memoria, atención y motivación puede traducirse en clase como desgana y falta de finalización de tareas cuando éstas no le interesan.
Los alumnos de altas capacidades tienen derecho a un ajuste educativo mediante adaptaciones curricularesque cubran sus necesidades. La temprana identificación por parte de un especialista cualificado es clave para ellos, pues permite aplicar de forma precoz medidas psicoeducativas y evitar posibles problemas en el ámbito personal, social y académico.





Teoría de la Inteligencia. Epistemología Genética. Piaget

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Jean Piaget (1895-1980), suizo, es considerado el fundador de la epistemología genética, la disciplina que indaga el origen de nuestros conocimientos. 
Psicólogo, biólogo, pedagogo, pero también filósofo y escritor prolífico, se pregunta sobre el desarrollo mental del niño sin considerarlo como un adulto en miniatura, sino como un individuo dotado de estructuras mentales propias y específicas. Por lo tanto, ¿cómo se desarrollan nuestros conocimientos mentales? ¿Y cuánto nos influye la experiencia del entorno que nos rodea? Hasta los doce años, el niño explora el mundo a través de la "asimilación" y de la "adaptación" y desarrolla su inteligencia, hasta que adquiere las competencias para utilizar los esquemas mentales propios de los adultos.
La dedicación de Piaget a la infancia no sólo se quedó en el ámbito teórico, sino que supo traducirse en una intensa actividad a través de la dirección de la Oficina Internacional de la Educación de la UNESCO, cargo que desempeñó entre 1929 y 1969, y una atención constante a los desafíos de la enseñanza.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo. 
Zaragoza Centro: Lacarra de Miguel 27, 2C. Tfno.: 653 379 269


Altas Capacidades. Pigmalión Negativo

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El Efecto Pigmalión 

la profecía auto-cumplidaEl Efecto Pigmalión es un fenómeno psicológico demostrado mediante un experimento que el psicólogo Robert Rosenthal hizo en los años 60, para verificar su hipótesis sobre cómo las expectativas propias modifican la realidad, provocando que se produzca la profecía auto-cumplida.
El experimento que diseñó Rosenthal consistió en comunicar a unos educadores que durante el año escolar tendrían que instruir a unos alumnos retrasados (según indicaba un supuesto test de inteligencia que se les había pasado con anterioridad) Los educadores, pasado el periodo de instrucción, recogieron en sus observaciones que el grupo era, efectivamente, retrasado, cuando en realidad era normal.
Con este experimento podemos ver que los educadores actuaron desde una creencia errónea, y que esa creencia determinó su conducta, que contribuyó a la mala calificación final de los alumnos, lo que corroboró las expectativas iniciales de los educadores. 
Lo que demuestra el Efecto Pigmalión es que nuestro mapa mental no es el territorio pero contribuye a crearlo. El ser humano parte de unas creencias que construyen la realidad. A veces esa realidad, que hace emerger la creencia, refuerza la creencia. Si creo que el otro es tonto y lo trato como a un tonto es posible que me mire con cara de tonto o se acabe creyendo que es tonto. Este proceso, que en psicología sistémica se denomina retro-alimentación positiva, lo que produce es un cambio que incrementa un cambio en la misma dirección.
Lo que viene a demostrar el Efecto Pigmalión es que la creencia construye la realidad y la realidad refuerza la creencia, es decir, la profecía auto-cumplida. La realidad es una construcción que hacen emerger los intervinientes. No existe una realidad a priori, existen creencias sobre la realidad que condicionan la misma realidad.
El Efecto Pigmalión y los prejuicios sociales
En el universo de las relaciones humanas la “etiquetación” del individuo hace que nuestra conducta se modifique en base a una creencia ciega. El efecto pigmalión negativo se produce, muchas veces, sin que seamos conscientes de ello.
Por ejemplo; Cuando yo era joven se presentó en la ciudad, por sorpresa, un antiguo compañero de mili. El caso es que yo había quedado esa noche con un amigo para salir a cenar. Había que juntarles a los dos, no había otra opción, pero conociendo los prejuicios sociales de mi amigo temí que la reunión no fuera todo lo agradable que yo deseaba. Entonces le propuse a mi ex-compañero de mili que se hiciera pasar por un empresario del sector automovilístico, para bajar un poco los humos a mi amigo, al que definí como “un poco chulo” Mi ex-compañero, que en realidad era un simple empleado que vendía coches de segunda mano en un pequeño taller, estuvo encantado con la idea. Al final de la noche, mi amigo, el que tenía prejuicios, me confesó lo agradable que le había resultado haber conocido a un hombre tan brillante y exitoso. Poco después, mi ex-compañero me dijo que hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto y que mi amigo lo había tratado de una forma tan amable y atenta como nunca recordaba.
Las creencias a priori son creencias que construyen una realidad que, a su vez, verifica la creencia. Mi amigo estuvo encantado de poder conocer a un hombre tan importante (que en realidad no lo era) y acabó por fabricar a un hombre importante que aceptó el rol adjudicado (por ser valorizante) y estuvo encantado del trato. Por otra parte, mi amigo se sintió contento e importante al lado de un hombre tan importante que se sentía importante ante un hombre que lo trataba con importancia. En este caso la creencia de mi amigo desencadenó un efecto pigmalión positivo. Tal vez, si le hubiese dicho a mi amigo la verdad; que el compañero de mili sólo era un vendedor asalariado de coches usados, su propio prejuicio hubiese construido una realidad distinta.
A veces, nuestras creencias, ideologías, y prejuicios, nos inscriben en una realidad que acaba por confirmar nuestras sospechas, reproduciendo un patrón circular que puede condenarnos a repetir los mismos circuitos y a mantenernos presos en el mismo nivel de lógica. Tal vez, el efecto pigmalión explique por qué muchas personas acaben cosechando la misma realidad que tanto temen.
La creencia social tampoco se salva de este fenómeno. En una sociedad donde el valor personal se define por el éxito económico; las conductas, la naturaleza de las relaciones, y los sentimientos de auto-estima se ven influidos por esa misma ideología,lo que verifica que, la realidad, en realidad, es sólo una construcción compartida.


Qué pueden hacer los padres de un niño con Altas Capacidades

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QUÉ PUEDEN HACER LOS PADRES DE UN NIÑO CON ALTAS CAPACIDADES

Los padres necesitan practicar una adecuada disciplina porque da seguridad a sus hijos y un sentimiento de competencia emocional. Esta disciplina consiste en una aplicación fundamentada en valores, reglas y comportamientos que se consideran importantes para la familia. Hay que demostrarles los beneficios de los demás.

También es necesario dialogar abiertamente sobre los sentimientos, tanto los positivos como los negativos. Es importante encontrar tiempo para escuchar sus ideas de los hijos, sus opiniones y sus sentimientos, sin emitir juicios de valor, interrumpir, ni moralizar, distraer o dar consejos.

No hay que minimizar sus emociones, no les ayuda en nada hacer afirmaciones como "eres demasiado sensible", "quítate eso de la cabeza" o "no pasa nada, todo irá bien". Es mejor apreciar su sensibilidad, su intensidad y las ocasiones en que se manifiestan.

Hay que ayudarles a encontrar la manera de expresar sus emociones intensas a través de historias, cuentos, poemas, música, diarios, actividades físicas, teatro... Cuando tienen miedo, a veces se sienten frustrados porque sus capacidades físicas no se corresponden con su capacidad intelectual. Es importante valorar sus puntos fuertes en vez de quedarse con sus defectos y en el esfuerzo, más que los resultados.

La sensibilidad no significa debilidad, no son seres débiles. Hay que darles la responsabilidad adecuada para su edad y no sobreprotegerlos. Primero son niños y después, superdotados. Los juegos, la diversión y el ocio son actividades esenciales para que adquieran un fuerte desarrollo emocional.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Zaragoza (Zona Centro) 653 379 269

Bibliografía: "Niños con altas capacidades. Cómo gestionar sus emociones". Mª Teresa Gómez y Victoria Mir. Editorial MEDICI


Ibone Olza. Amor y "Parir"

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SOBRE PARIR, POR MICHELLE SADLER.

La antropóloga chilena Michelle Sadler me ha escrito esta reseña sobre Parir. Y una lectora anónima me ha hecho llegar esta bella imagen, ¡gracias a las dos!
“Parir” de Ibone Olza, por Michelle Sadler.
Cuestionando las limitaciones de las definiciones biomédicas que por mucho tiempo han hegemonizado el discurso en torno al nacimiento, en “Parir” Ibone Olza nos enfrenta al acto trascendente de dar a luz y de nacer desde la más actualizada evidencia en neurociencias. Del frío, técnico y mecánico “acto de expeler en tiempo oportuno el feto que [la mujer] tenía concebido” la autora propone un salto hacia el emotivo, profundo y trascendente viaje de transformación que experimentan los bebés que nacen y las mujeres que dan a luz. Ibone demuestra como este viaje de transformación, que antes podía ser referido como producto del esoterismo o de la mera especulación, tiene un fuerte asidero en cuantiosa y contundente investigación que prueba el enorme impacto existencial que el nacimiento imprime en los seres humanos.
La propuesta de la autora es la de analizar el parto desde la psicología y las neurociencias, descubriendo un escenario neuroquímico de “hormonas del amor a raudales que promueven el placer y el bienestar”. La respuesta de Ibone al porqué de la intensidad psíquica del parto y de la presencia de las hormonas de la vivencia amorosa es el AMOR mismo, “el amor como base de todo el desarrollo social y comunitario”, para llegar a plantear que “la evolución ha seleccionado o privilegiado el amor como clave para la supervivencia de nuestra especie”. Se trata así de una ciencia del amor, una ciencia del vínculo emotivo, que contribuye a horadar aquel biologicismo desvinculado de la emoción que fue protagonista en la medicina durante los últimos siglos. Se alude así a una ciencia holística donde la distinción entre las disciplinas biológicas y sociales queda obsoleta, en la comprensión de la imposibilidad de separar cuerpos físicos de cuerpos emocionales, cuerpos sociales y cuerpos culturales. Se trata de cuerpos vividos, territorios múltiples e híbridos que no pueden ser comprendidos por partes sino solo en su completitud y desde/con la experiencia de sus protagonistas.
“Parir” se erige como texto fundamental para todos quienes nos interesamos por el futuro de la humanidad y comulgamos con la importancia de la protección de nuestra capacidad de amar desde nuestros más tempranos inicios.

Un violinista en el metro

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Un hombre se sentó en una estación del metro de Washington y comenzó a tocar el violín, en una fría mañana de enero. Durante los siguientes 45 minutos, interpretó 6 obras de Bach. En este tiempo pasaron por la estación más de mil personas, casi todas camino de sus trabajos.

Transcurrieron tres minutos, el violinista recibió su primera donación: una mujer le dió un dólar y continuó su marcha. Algunos minutos más tarde, alguien se apoyó contra la pared a escuchar, pero enseguida miró su reloj y retomó su camino.

Quién más atención prestó fue un niño de tres años. Su madre tiraba del brazo, apurada, pero el niño se plantó ante el músico y no se movía. Cuando su madre logró arrancarlo del lugar pero el niño seguía girando su cabeza para mirar al artista. Esto se repitió con otros niños. Todos los padres, sin excepción les obligaron a seguir la marcha.
El violinista recaudó 32 dólares. Cuando terminó de tocar y se hizo el silencio, nadie pareció advertirlo. No hubo aplausos ni reconocimientos.
Nadie lo sabía, pero ese violinista era Joshua Bell, uno de los mejor músicos del mundo, tocando las obras más complejas que se escribieron alguna vez, en un violín tasado en 3.5 millones de dólares. Dos días antes de su actuación en el metro, Bell llenó un teatro en Boston, con localidades que promediaban los 100 dólares.

Esto es una historia real. La actuación de Joshua Bell, de incógnito fruto de un experimento sociológico del diario Washington Post.

¿Somos capaces de reconocer el talento en un contexto inesperado?

¿Y EN EL ENTORNO ESCOLAR?

Estos niños, en la escuela, se les considera como niños con Necesidades Educativas Especiales.
Estos alumnos no constituyen un grupo homogéneo sino que tienen características muy diversas.
En primer lugar, es necesario detectarlos, tenerlos muy en cuenta y saber que existen en la escuela, con nombres y apellidos; para luego atender a sus necesidades educativas. Muchas veces se detectan, pero, por considerar que no necesitan ninguna ayuda o porque tienen capacidades superiores o por ignorar qué se puede hacer por ellos, no se realiza ninguna actuación.

"Altas capacidades en niños y niñas"

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